Dongsheng Explica N°2 | Abril 2023

Tianxia: Todo bajo el cielo

Tianxia (天下, tiānxià) o “todo bajo el cielo” es un concepto que se remonta a cuatro mil años atrás. Su aparición como categoría principal del pensamiento chino no se produjo hasta principios del período de los Estados Combatientes (475-221 a.C.). Tianxia es un concepto complejo, controvertido y en constante evolución. Abarca una amplia gama de significados, desde la geografía (entendida como demarcación de un territorio gobernado) hasta la moralidad (definición de la legitimidad política), pasando por la psicología (representación de las aspiraciones del pueblo), la política (visión de un sistema mundial) y mucho más. Al igual que la filosofía sudafricana del ubuntu (“humanidad”) o la idea latinoamericana del buen vivir (sumak kawsay en quechua), el concepto tianxia se centra en la comprensión de la interconexión de toda la vida y la mejora de nuestra comunidad mundial como un todo.

¿Qué significa tianxia? ¿Qué hace que el concepto haya perdurado por milenios? Y, lo que es más importante, ¿puede ayudar a afrontar algunos de los mayores desafíos a los que se enfrentan China y el mundo en la actualidad?


¿Por qué surgió el concepto de tianxia?

Durante la dinastía Zhou Oriental (771-256 a.C.), un tumultuoso período de constantes conflictos entre estados en China, tianxia tenía un significado territorial; representaba una extensión de tierra de muchos países gobernados por el “Hijo del Cielo” (天子, tiānzǐ). Los chinos de la antigüedad no conocían con certeza el tamaño de tianxia (el territorio de los distintos estados equivalía a menos de la mitad de la China actual), pero no dudaban de que se encontraban en el centro de la civilización. Documentos antiguos que se remontan a los sabios gobernantes de la dinastía Shang (1600-1066 a.C.) sugieren que tianxia no sólo se refería a una extensión de tierra, sino que también servía como visión política de un mundo ideal con armonía entre los estados.

En la dinastía Zhou (1066-256 a.C.), un período de grandes disturbios y conflictos militares, la tianxia se institucionalizó, pasando de ser una visión política a un sistema de gobierno. Este sistema se define por medio de tres elementos. El primero es que el sistema tianxia debe garantizar que todos los estados implicados reciban más beneficios a través de su participación que permaneciendo independientes. En segundo lugar, el sistema se basa en la dependencia mutua y la reciprocidad entre todos los Estados. Por último, el sistema tianxia debe desarrollar un conjunto de intereses, creencias y compromisos comunes para garantizar su carácter universalmente compartido.

¿Qué es el “mandato celestial”?

En la tianxia, el poder político procede del tianming (天命, tiānmìng), un “mandato celestial” u “orden invocada por el cielo”. Sin embargo, este mandato no es eterno, ni divino, ni se basa únicamente en el poder militar o económico. Durante la antigua dinastía Shang (1600-1066 a.C.), se pensaba que este mandato procedía de la voluntad del cielo, o “el Señor de lo Alto” o shangdi (上帝, shàngdì). Shangdi no era una deidad monoteísta, sino que estaba vinculada a los espíritus de los antepasados de las tribus. A partir de la dinastía Zhou, este mandato celestial se orientó hacia el pueblo, concretamente hacia las “aspiraciones compartidas del pueblo” o minxin (民心, mínxīn). Para reclamar legitimidad política, un gobernante debe haberse ganado el apoyo del pueblo de la tianxia. La pérdida del minxin justifica la revuelta y la revolución. El ascenso y la caída de las dinastías, impulsadas por rebeliones campesinas, desastres naturales masivos o motines militares, representan esta pérdida del mandato celestial y, por tanto, de la legitimidad política de los gobernantes.

¿En qué se diferencia la tianxia de los conceptos occidentales de gobernanza?

El sistema tianxia surge de una historia muy distinta a la de otros modelos antiguos de imperio o Estado, como la República griega o el Estado-nación europeo. El sistema griego, por ejemplo, se centraba en la idea de la polis, o ciudad-estado, y en la que había una clara distinción entre los distintos estados, entre la vida privada y el ámbito público, y entre el individuo y el estado. Por el contrario, la idea de tianxia no tiene ni “dentro” ni “fuera”, sino que define un todo unido por el gobierno del Hijo del Cielo. El marco político de las civilizaciones occidentales se basa en una estructura en la que el individuo es el sujeto político básico y el Estado-nación, a menudo definido étnicamente, es la mayor unidad política soberana. Sin embargo, según la filosofía política china, la familia, más que el individuo, es la unidad política más pequeña y la tianxia es el nivel superior, trascendiendo el nivel del Estado.

En la concepción de la tianxia, cada individuo tiene responsabilidad y relación con una humanidad más grande. En la tradición confuciana, se le da énfasis al individuo, principalmente, en la práctica del aprendizaje, altamente valorada, y en el autocultivo al servicio de la familia, el Estado y el mundo. Esta tradición ha sido incorporada por los comunistas chinos en la praxis de “crítica y autocrítica”. La tianxia no sólo se articuló en la tradición confuciana, sino que se extendió a otras escuelas de pensamiento chinas. Por ejemplo, Mozi (墨子, mòzi, 470-391 a.C.), fundador del mohismo durante el período de las Cien Escuelas de Pensamiento (百家争鸣, bǎijiā zhēngmíng), es uno de los filósofos chinos que más escribió sobre tianxia, utilizando esta palabra más de cuatrocientas veces en sus obras. Textos posteriores de Mencio, Xunzi (荀子,xúnzi) y Han Feizi (韩非子, hánfēizi) se referían al ideal cultural común de un territorio unificado con un único gobernante.

Según Confucio, el sistema tianxia es voluntario y no coercitivo. Los Estados que se encuentran fuera de la tianxia pueden participar en ella si lo consideran beneficioso para ellos, siempre que sigan de manera voluntaria los marcos y criterios del sistema, es decir, las “formas y normas” (礼乐, lǐyuè, que literalmente significa ritos y música). Confucio sugirió que la forma de atraer a personas ajenas a la tianxia es satisfacer las necesidades de las personas que ya están dentro de él.

¿Cuál es el papel de la unidad multiétnica en la tianxia?

En el 221 a.C., la tianxia se unificó definitivamente con Qin Shi Huang (秦始皇, qínshǐhuáng, “primer emperador del imperio Qin”) como gobernante. La dinastía Han que le siguió (202 a.C.- 220 d.C.) convirtió el modelo de imperio en un prototipo del Estado-nación moderno de China, o en un antepasado de la China que conocemos hoy. Sin embargo, el concepto de tianxia se originó mucho antes que esas dinastías, y nunca se entendió como un estrecho concepto étnico centrado en “el pueblo han”. Hoy, el pueblo han, una de las 56 etnias oficiales de China, constituye el 92% de la población. Pero esta identidad fue una invención de la época, cuando la gente empezó a autoidentificarse como tal durante la “edad de oro” de la dinastía Han. Tianxia no es sólo un concepto político definido por las fronteras de los Estados, sino también un concepto cultural definido por formas y normas. Los grupos étnicos de la periferia son bienvenidos, pero no están obligados a seguir esas formas y normas ni a formar parte del sistema tianxia. Esos grupos también aportan innovaciones al sistema. Este proceso dinámico ha continuado durante dos mil años y ha dado forma a la sociedad multiétnica de la China actual.

¿Cómo nos ayuda la tianxia a entender la China moderna?

Este concepto de tianxia ayuda a comprender el surgimiento de la China moderna, que ha sido capaz de mantener una relativa integridad territorial y resistirse a la disolución, a pesar de la diversidad y las diferencias. A principios de la modernidad, en el siglo XIX, durante un período de continuo declive de la dinastía Qing (1644-1911) debido a las incursiones imperialistas, el caudillismo y el declive económico, muchos eruditos buscaron nuevas ideas para transformar la sociedad china. Kang Youwei (1858-1827), reformador confuciano y figura clave de la Reforma de los Cien Días (百日维新, bǎirì wéixīn) de 1898, recurrió a los clásicos de Confucio. Escribió el Libro de la Gran Armonía (大同书, dàtóng shū), publicado póstumamente en 1935, en el que dividía el desarrollo del mundo en tres etapas: una etapa “incivilizada”, una intermedia o xiaokang (小康, xiǎokāng) y la etapa final de la gran armonía (太平世, tàipíng shì). Según Kang Youwei, que apoyaba la restauración de la monarquía pero rechazaba el modelo occidental de Estado-nación, el objetivo supremo era la abolición de los Estados y la desigualdad, creando un mundo en común para todos (天下为公, tiānxià wèigōng).

Sun Yat-sen (1866-1925), padre fundador de la nación china moderna, contribuyó a derrocar la última dinastía imperial de los Qing con la Revolución de Xinhai de 1911. En lugar de apartarse de la tradición confuciana en general, movilizó apoyos para establecer la República de China bajo la bandera de “un mundo en común para todos” (天下为公, tiānxià wèigōng, como Kang), una nueva interpretación republicana del “principio celestial”. En lugar de disolver las estructuras e ideas de las dinastías imperiales, la transición del imperio a un Estado moderno se inspiró en el pasado, lo modificó y construyó sobre él: desde los principios confucianos como la tianxia hasta el gobierno burocrático centralizado, pasando por los sistemas meritocráticos de educación y exámenes.

¿Qué relación existe entre el marxismo y la tianxia?

A medida que se despertaba la conciencia nacional, especialmente impulsada por el Movimiento del Cuatro de Mayo de 1919, que era antiimperialista y antifeudal, las ideas marxistas florecieron e inspiraron la formación del Partido Comunista de China y los movimientos y organizaciones de masas asociados a él. Durante la Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa, Mao ya comprendió que para que el marxismo-leninismo se arraigara en China, debía adoptar un carácter chino. En El papel del Partido Comunista de China en la guerra nacional (1938), escribió: “Nuestra historia nacional se remonta a varios miles de años y tiene sus propias características e innumerables tesoros. Pero en estas cuestiones somos simples aprendices. La China contemporánea ha surgido de la China del pasado; somos marxistas en nuestro enfoque histórico y no debemos cortar nuestra historia. Debemos sintetizar nuestra historia desde Confucio hasta Sun Yat-sen y hacernos cargo de este valioso legado” (publicado en 1965). Desde la visión de Sun Yat-sen de “Cinco razas, una república” (han, manchú, mongol, hui, tibetano) hasta el llamamiento de Mao Zedong a una gran unificación de los pueblos de todas las etnias en el establecimiento de la República Popular China, puede verse una clara conexión con la larga tradición de construcción del Estado basada en la unidad y el gobierno de todos bajo el cielo.

Mao Zedong también señaló que todos los imperios de la historia pasaron por el ciclo de ganar y perder tianxia, lo que condujo a sus correspondientes desapariciones. Para poner fin a este ciclo histórico, el PCCh debía actuar bajo la guía del marxismo. En 1945, Mao subrayó que “el partido gobernante debe aceptar la supervisión del pueblo”. Setenta y siete años después, Xi Jinping dijo que el partido gobernante debe revolucionarse constantemente para evitar este ciclo histórico. Según Marx, la revolución proletaria se distingue de otras revoluciones por tener un proceso de autocrítica a través del cual se fortalece continuamente. Al innovar en la teoría de Marx y combinarla con la historia de China, el PCCh y sus dirigentes han dado un nuevo significado a “apropiarse de la tianxia“.

¿Cuál es la relevancia de la tianxia en la actualidad?

A finales de 2020, con la erradicación de la pobreza extrema, China entró en el periodo de “xiaokang” o de una “sociedad moderadamente próspera”, uno de los dos objetivos centenarios del Partido Comunista de China. No es casualidad que se eligiera el término confuciano de xiaokang, cuyo significado es “la era de la paz naciente”. La visión actual, expuesta por el gobierno para su política interior, es la de “prosperidad común” (共同富裕, gòngtóng fùyù), y para el mundo es una “comunidad con un futuro compartido para la humanidad” (人类命运共同体, rénlèi mìngyùn gòngtóngtǐ), ambas fuertemente asociadas con el espíritu encarnado por la visión confuciana (y comunista) de un mundo en gran armonía (天下大同, tiānxià dàtóng). Estas visiones políticas apuntan hacia un mundo más justo en el que la riqueza de la tianxia se reparta más equitativamente entre sus habitantes, entre el norte y el sur, los países desarrollados y los subdesarrollados, los ricos y los pobres.


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