Dongsheng Explica Nº5

10 años de la Iniciativa de la Franja y la Ruta: ¿trampa de la deuda o desarrollo?

A diez años de su lanzamiento en 2013, la Iniciativa de la Franja y la Ruta se ha convertido en “el proyecto de infraestructura y desarrollo más grande en la historia de la humanidad”. Una extensa red de acuerdos demuestra el alcance global y la aceptación de la iniciativa. Para 2021, China había forjado Memorandos de Entendimiento (MOU) con 140 países y 32 organizaciones internacionales. En particular, 46 de estos MOU fueron con naciones africanas, 37 en Asia, 27 en Europa, 11 en América del Norte, 11 en el Pacífico y 8 en América Latina. En la actualidad, los 151 países que participan en la iniciativa abarcan alrededor del 60 % de la población mundial y sus economías combinadas representan alrededor de la mitad del PIB mundial.

Sin embargo, los principales medios de comunicación occidentales han promovido una narrativa de que la Nueva Ruta de la Seda (como también es llamado el proyecto) tiene un impacto negativo o insignificante en el Sur Global, como parte de un esquema para generar trampa de deuda en estas naciones. El senador estadounidense Marco Rubio tuiteó: “Ya sea a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, la política de trampa de la deuda u otras falsas promesas, las naciones de nuestra región deben permanecer atentas a la amenaza de hacer negocios con Beijing”. El comentario del senador fue en respuesta al reciente acuerdo de Bolivia con Rosatom (la empresa nuclear estatal rusa) y el Grupo Citic Guoan (de China) para desarrollar sus recursos de litio, en gran parte sin explotar, y que es un recurso de creciente importancia debido a su uso en baterías recargables para teléfonos móviles, computadoras portátiles, cámaras digitales y vehículos eléctricos.

A pesar de que una variedad de legisladores e investigadores desmintieron que las actividades de la Iniciativa impliquen una “trampa de deuda”, e incluso investigadores del Banco Mundial la describieron como “en gran medida beneficiosa”, los grupos occidentales y aliados avivan continuamente los temores y los malentendidos sobre el proyecto y el papel que está jugando en el mundo.

En este número de Dongsheng Explica, analizamos la Iniciativa de la Franja y la Ruta, su desarrollo histórico, las implicaciones para los países involucrados y la narrativa de la trampa de la deuda.


¿Qué es la Iniciativa de la Franja y la Ruta?

Durante más de 2.000 años, Eurasia y partes de África se conectaron con China a través de la antigua Ruta de la Seda (丝绸之路 sīchóu zhī lù), una red de rutas comerciales que transportaba mercancías como té, seda, pólvora y papel a través de estas regiones.

En los últimos años, las aspiraciones históricas de los pueblos de contar con rutas comerciales han encontrado un nuevo impulso. La Iniciativa de la Franja y la Ruta, un vasto proyecto de infraestructura y desarrollo económico propuesto por el gobierno chino, es un caso de ello. Dos proyectos de desarrollo y conectividad impulsados por infraestructura, lanzados a principios de la década de 2000, formaron la base del pensamiento incluso antes de que la Iniciativa fuera lanzada oficialmente. Uno fue el Programa de Desarrollo Occidental para promover el crecimiento económico y abordar la desigualdad en el oeste de China, y el otro fue la política de “China Goes Global” (“China se globaliza”), en la que las empresas estatales buscaron obtener financiamiento extranjero y expandir su comercio y actividades a nivel global. Tras décadas de desarrollo industrial y reforma económica, China no tenía una hoja de ruta fija para la siguiente fase de desarrollo económico, sino que adoptó el enfoque de “cruzar el río sintiendo las piedras”.

En 2013, el presidente chino, Xi Jinping, lanzó oficialmente la Iniciativa de la Franja y la Ruta, con el objetivo de mejorar la conectividad y promover la cooperación económica entre China y los países de Asia, Europa, África, América Latina y el Caribe. En 2017, luego del 19º Congreso Nacional del Partido Comunista de China, que destacó la importancia de la inversión extranjera, la innovación y la cooperación, se elevó la Iniciativa a proyecto insignia. Ese mismo año, su importancia se consolidó con su inclusión en la enmienda de la Constitución del Partido Comunista de China, en la sección que cubre sus objetivos en torno al internacionalismo. El texto decía que el mega proyecto tiene el objetivo de construir una comunidad de “interés compartido” y lograr un “crecimiento compartido” a través de “discusión y colaboración”.

La iniciativa lleva el nombre de “Franja”, que se refiere a la Franja Económica de la Ruta de la Seda, y la “Ruta”, que se refiere a la Ruta de la Seda Marítima del Siglo XXI, cada uno apuntando a sus componentes terrestres y marítimos. Con el objetivo de superar los obstáculos al desarrollo y aumentar la productividad de las sociedades en muchas regiones del mundo, busca revitalizar y expandir el concepto de la Ruta de la Seda a través de la construcción de infraestructura y capacidades de fabricación industrial. Sólo en África, entre los años 2000 y 2020, China construyó más de 100.000 kilómetros de carreteras y vías férreas, alrededor de 1.000 puentes, casi 100 puertos y más de 80 instalaciones eléctricas a gran escala, así como 130 instalaciones médicas, 45 instalaciones deportivas y más de 170 escuelas.

También incluye la promoción del comercio y la inversión entre los países participantes y el desarrollo de corredores económicos en contraste con la construcción de zonas y uniones económicas convencionales, como el Corredor Económico China-Pakistán (valuado en US$ 62.000 millones), que conecta el puerto de Gwadar en Pakistán con la región noroeste china, en Xinjiang. La importancia de los corredores económicos radica en cómo, como dice el Banco Asiático de Desarrollo, “proporcionan conexiones importantes entre nodos o centros económicos que generalmente se centran en paisajes urbanos” y los “efectos de red que inducen”. En principio, todo esto fortalece la conectividad regional y la integración no sólo entre los espacios urbanos y rurales, sino entre regiones históricamente “centrales” y “periféricas”.

Para el Sur Global, que permanece subdesarrollado debido a los sistemas financieros globales coloniales y neocoloniales, el objetivo principal de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de aliviar la pobreza, especialmente dada la reciente erradicación de la pobreza extrema en China, enfrenta necesidades apremiantes. La Nueva Ruta de la Seda ha propuesto lograr esto a través de los múltiples frentes de conectividad mejorada, oportunidades comerciales y de inversión, integración económica regional, desarrollo de infraestructura, transferencia de tecnología e intercambio de conocimientos, intercambio cultural y conectividad entre las personas.

¿Qué significa la Iniciativa para China?

La Iniciativa de la Franja y la Ruta es un importante proyecto de política exterior de China. Se alinea con los principios del Socialismo con Características Chinas, en las siguientes cuatro maneras:

  1. En primer lugar, es una manifestación de la planificación a largo plazo y la visión estratégica de China, y el objetivo más amplio de promover la estabilidad social, el desarrollo económico y la cooperación con otros países.
  2. En segundo lugar, está impulsada por el gobierno chino, lo que refleja su papel activo en el desarrollo coordinado por el Estado y su énfasis en las inversiones estratégicas en infraestructura.
  3. En tercer lugar, incorpora elementos de enfoques económicos planificados y enfoques impulsados por el mercado. Si bien el gobierno chino brinda financiamiento y apoyo para muchos proyectos, las empresas privadas chinas también participan en las iniciativas de la Nueva Ruta de la Seda, lo que contribuye al desarrollo de una red global de cooperación económica y comercio. Un impulsor detrás de esto fue que, después de una década en la Organización Mundial del Comercio, China acumuló un enorme superávit comercial y, después de la crisis financiera de 2008 (cuando China compró cientos de miles de millones de bonos estadounidenses), Beijing tenía una enorme cantidad de dólares que podían ser invertidos en el extranjero. Esto proporcionó a las empresas chinas, especialmente a las SOE, financiadas por el Banco de Desarrollo de China, China Eximbank, entre otras, una fuente importante de reservas extranjeras disponibles para invertir, lo que les permitió expandir el comercio a nivel mundial.
  4. Por último, refleja el énfasis de China en la cooperación global y su aspiración de aumentar sus contribuciones a la diplomacia internacional, en línea con los principios del Socialismo con Características Chinas. Esto se evidencia por la inversión en infraestructura administrativa gubernamental, como la construcción o la renovación de parlamentos en al menos 15 países africanos, incluidos la República del Congo, Liberia, Mozambique, las Seychelles y Guinea Bissau. Las implicaciones diplomáticas también se evidencian en algunos de los enfoques de seguridad impulsados por la infraestructura de China, con la construcción de infraestructura pública en regiones que sufren de inestabilidad interna y conflictos. Es el caso del proyecto transfronterizo de agua Ethio-Djibouti, financiado por China y valuado en US$ 329 millones, diseñado para llevar agua dulce a más de 700.000 personas en Djibouti.

¿La Iniciativa de la Franja y la Ruta es una estrategia efectiva hacia el desarrollo?

El mundo está muy por detrás de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, ya que pocos Estados han podido cumplir con sus obligaciones financieras, y las llamadas “Naciones Desarrolladas” se niegan a contribuir con algo sustantivo; los países más pobres requerirían, al menos, una inversión adicional de US$ 4 billones por año para hacerlo.

Las opciones proporcionadas por Occidente a través del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial se han agotado. Nuevas propuestas, la mayoría de las cuales parecen enmarcar sus proyectos desde la competencia con China y no desde la colaboración, como la Build Back Better World (“Reconstruir un mundo mejor”) de EE. UU., recientemente rediseñada como Asociación para la Infraestructura Global y la Inversión, y Global Gateway (“Puerta Global”) de Europa no han mostrado resultados sustanciales; esta última incluso ha sido descrita como un “fracaso” por los analistas de política exterior occidentales.

Aunque existe un punto de vista donde evaluar un proyecto de esta escala después de una década establece ciertas limitaciones para calcular su impacto cualitativamente, la Iniciativa de la Franja y la Ruta ha impactado claramente en el desarrollo global, tanto material como conceptualmente. Esto es particularmente importante para el Sur Global, donde siglos de políticas coloniales y neocoloniales de subdesarrollo han dejado a los países con caminos peligrosos sin asfaltar, poca o ninguna infraestructura pública y pocas fuentes de suministro y generación de energía. Lo que Walter Rodney, el pensador político guyanés, describió como “un producto de la explotación capitalista, imperialista y colonial” donde los países del Sur Global fueron tomados directa o indirectamente por las potencias capitalistas occidentales. “Cuando eso sucedió”, explicó, “aumentó la explotación y sobrevino la exportación de excedentes, privando a las sociedades del beneficio de sus recursos naturales y de su mano de obra”.

La estrategia de la Nueva Ruta de la Seda ha mostrado un éxito significativo, respaldado por datos convincentes. Aunque la inversión disminuyó durante los años de la pandemia, desde que comenzó en 2013 sus proyectos totalizan US$ 962.000 millones, con más de la mitad (US$ 573.000 millones) destinados a contratos de construcción y el resto (US$ 389.000 millones) en inversiones no financieras. El impacto de la Iniciativa en la inversión directa saliente (IDS) de China ha visto un aumento dramático: casi se duplicó entre 2012 y 2020 a US$ 154.000 millones, asegurando la posición de China como el principal inversionista extranjero del mundo. Para septiembre de 2021, el valor total del comercio de China con los países socios del proyecto aumentó a US$ 10,4 billones. Hoy en día, se estima que hay más de 1.700 proyectos completos o en desarrollo.

Al igual que las tendencias de desarrollo global, hay áreas que se pueden mejorar. Por ejemplo, aunque los proyectos relacionados con energías renovables (solar, eólica, hidroeléctrica) aumentaron un 50% en 2022, los combustibles fósiles constituyen el 63% de la participación china en proyectos energéticos de la Iniciativa.

¿La Nueva Ruta de la Seda endeuda al Sur Global?

La narrativa de la “trampa de la deuda” ha sido ampliamente promocionada por los medios y políticos occidentales como el principal impacto de la Nueva Ruta de la Seda en el mundo. Este relato oscurece ciertos hechos. El primero es que muchos países integrantes llegaron acorralados por deuda emitida por Occidente, contraída no sólo por décadas de préstamos casi exclusivamente de prestamistas occidentales, sino también de deuda contraída a partir de varios mecanismos de expropiación y extracción colonial. La riqueza de las instituciones financieras internacionales y los países occidentales proviene de siglos dedicados a la explotación económica de los países y las personas, a través del colonialismo, primero, y a través de la creación de mecanismos financieros (particularmente durante los Programas de Ajuste Estructural de la década de 1980), después. Así, en lugar de resolver las relaciones económicas desiguales, estos mecanismos las han mantenido y profundizado. Si entendemos el concepto de trampa de la deuda como la situación donde un país acumula niveles insostenibles de deuda, a menudo debido al préstamo de grandes sumas de dinero de otro país o de instituciones financieras internacionales, entonces el concepto se ajusta más precisamente a Occidente.

Si bien China es el mayor acreedor bilateral del continente africano, la mayor parte de la deuda pública total de África está en manos de acreedores privados occidentales. De la deuda pública total del África subsahariana, que asciende a US$ 945.000 millones, las entidades chinas poseen sólo el 8%, equivalente a US$ 78.000. La mitad de la deuda pública de África se emite internamente, mientras que la otra mitad se debe a actores externos, por un total de US$ 427.000 millones. Entre estos actores externos, China representa el 18% de la deuda. El tercio restante de la deuda se divide entre socios oficiales bilaterales, instituciones financieras internacionales y eurobonos, cada uno de los cuales contribuye en partes iguales.

El enfoque y los objetivos de la financiación china tienen una calidad diferente. A diferencia de la ayuda del FMI, la inversión comercial occidental y la asistencia para el desarrollo en el extranjero, la financiación china no viene con condiciones restrictivas. Los prestamistas occidentales han propuesto y continúan proponiendo condiciones rígidas y de austeridad, como la privatización de la economía, la mercantilización de los recursos públicos y la desregulación del capital privado internacional, que socavan el desarrollo soberano de los países.

Por último, la evidencia de términos más favorables proviene de los diversos acuerdos firmados por China, pero más que eso, proviene de la teoría del capital paciente de China que fue adoptada previamente dentro de sus límites. China ha emergido gradualmente como un importante inversionista fuera de su territorio, con el Banco de Exportación e Importación de China y el Banco de Desarrollo de China como participantes principales. Los préstamos que brindan estas agencias estatales son inversiones a largo plazo y no tienen plazos de pago cortos. Estos préstamos se otorgan para liberar los cuellos de botella de la infraestructura y, al hacerlo, apoyar el desarrollo social. Los países prestatarios tienen flexibilidad (desde la reestructuración de préstamos hasta la cancelación de préstamos sin intereses), ya que se prevé que los beneficios lleguen a largo plazo. Por ejemplo, antes de la inversión, se sabía que el 30% de la inversión en Asia Central y el 80% de la inversión en Pakistán no se recuperarían.

En 2021, China se comprometió a redistribuir US$ 10.000 millones, o el 23% de sus derechos especiales de giro (DEG) del FMI, a países africanos (en comparación con aproximadamente el 20% de la redistribución de DEG a mercados emergentes comprometida por otros países del G20, como Francia, Italia, Estados Unidos y el Reino Unido). La diferencia de prioridades es clara: China es sólo un país, mientras que el G20 incluye las 20 economías más grandes (menos China) del mundo.

¿Qué sigue para la Iniciativa de la Franja y la Ruta?

Según se informa, el Tercer Foro de la Franja y la Ruta en 2023 se llevará a cabo en septiembre de este año. El foro anterior, celebrado en 2019, contó con la participación de 200 países y concluyó con la firma de acuerdos por más de US$ 64.000 millones. Aunque las predicciones de lo que sucederá este año varían debido al estancamiento de las finanzas y la inversión observado durante la pandemia de COVID-19 (US$ 67.800 millones en 2022, en comparación con US$ 68.700 millones en 2021), algunos investigadores de políticas creen que esto podría hacer que el proyecto se recupere y revitalice, particularmente debido a una “fuerte asociación geoestratégica chino-rusa” que ha surgido dentro de los cambios recientes en el panorama geopolítico global. Con las naciones haciendo cola para unirse a los BRICS, los nuevos vehículos regionales cobrando impulso, la propuesta de iniciativas complementarias como la Iniciativa de Desarrollo Global (2021), y las naciones del Sur Global que se han involucrado significativamente en las relaciones diplomáticas y económicas chinas, la Nueva Ruta de la Seda forma parte de un conjunto diferente de aspiraciones geopolíticas y sociopolíticas que ya están alterando el orden internacional en favor de un sistema mundial liderado por el Sur Global.

Diez años después de su lanzamiento, representa una plataforma alternativa (fuera del Occidente liderado por EE. UU.), que no solo ha ayudado a países individuales a desarrollarse, sino que ha catalizado formaciones regionales y multilaterales más fuertes, más independientes de las líneas trazadas por los colonialistas o la supervisión de Occidente bajo modelos inadecuados. Al crear alternativas para las finanzas, la influencia política y las perspectivas de integración regional que tanto se necesitan, proyectos como la Iniciativa de la Franja y la Ruta sirven para mitigar algunos de los efectos nocivos de la economía neoliberal; al hacerlo, “aflojan los tornillos” del sistema financiero global en el que Occidente ha atrapado a gran parte del mundo, al tiempo que abre más espacio para que el Sur Global contemple y construya caminos alternativos para el desarrollo.


Suscríbase. Dongsheng Explica se publica mensualmente en español, inglés y portugués.

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